Existe dentro del movimiento carismático tan popular hoy día la concepción de que “si hay milagros es de Dios”. Por lo general se suele hacer un lado todo lo referente con el discernimiento moral y doctrinal de quienes lideran en estos movimientos, pero mientras “se vea el poder de Dios” todo estará bien.
Lamentablemente hay varios pastores y ministros confundidos con esto, creen que Dios hace milagros, pero se preguntan en cuanto a los reclamos de dichos grupos que alegan tales milagros, sanidades, expulsión de demonios, etc. Pero se dan cuenta que su enseñanza no es muy consistente con las Escrituras. Por lo tanto optan: por ignorar o por aceptar sin examinar más.
Pero, ¿Qué dice la Biblia?, ¿son los milagros que proclama el movimiento carismático, mayormente apóstoles y profetas modernos, realmente evidencia de su autenticidad?
Primero, deberíamos preguntarnos: ¿siempre los milagros son evidencias de que Dios esta obrando allí? Cualquier persona con un básico conocimiento bíblico diría que no. Satanás hace milagros, Janes y jambres pudieron imitar limitadamente algo así (Ex.7:11-12). En el Pentateuco se recalca que se tenga cuidado con ello (Dt.13:1-5). Se nos habla del anticristo como una persona con poderes sobrenaturales. (2Ts.2:9) Tambien falsos cristos y profetas (Mt.24:24) ¡Hasta falsos profetas como Balaam profetizaron de parte de Dios (Nm.22-24), y quizás Judas haya realizado milagros también (Mt.10:1)! Por lo tanto no podemos concluir que en todos los casos y siempre un milagros, una señal, una profecía sea un sello de aprobación de Dios para una persona y/o un grupo especifico.
Hilando más finito, ¿podrían los proponentes carismáticos como los apóstoles y profetas modernos, aceptar que las evidencias de chamanes, brujos, la iglesia católica por personas o imágenes, o la iglesia universal haciendo milagros son verdaderas, y por lo tanto son grupos cristianos verdaderos y válidos? Por supuesto que no. ¡Quizás hasta contrataron gente para que actúe! (Esto se ha constatado de varios lideres carismáticos en sus “campañas”. Ver el libro de John Macarthur “Los carismáticos: una perspectiva doctrinal”)
Existe una declaración hecha por el Señor Jesucristo que suele ser frecuentemente olvidada por los proponentes de “Milagros igual verdad”. Se encuentra en Mateo 7:21-23:
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”
Algunas cosas que se pueden extraer del texto citado:
- Se puede aparentar piedad para con los hombre, pero no para con Dios.
- Habrá quienes se jacten de profecías (o predicaciones), expulsión de demonios y milagros cuando sean juzgados por Cristo. Los cuales habrán sido hechos en “su nombre”.
- No serán reconocidos por él como hijos de Dios, por lo tanto la condenación eterna será su destino.
Es interesante notar que versículos atrás el Señor habla por primera vez de los falsos profetas, que vendrán vestidos como ovejas, pero su verdadera naturaleza no es nada más que la de lobos. (vv.7:15-20). Podría concluirse que los falsos profetas tendrían estas características citadas arriba para su pesar. Por lo tanto, nuevamente, los milagros y señales no son pruebas de que alguien o algunos son verdaderamente de Dios.
Pero entonces, ¿Cómo se quienes son de Dios o no? La respuesta es “Por sus frutos los conoceréis” ¿acaso los frutos son los milagros? Claramente no. ¿Serán los bienes materiales? El Señor dijo que la vida no consistía en eso (Lc. 12:15) ¿Serán las multitudes acaso? El Señor habla más adelante de “Muchos” y a través de los evangelios se ve que las multitudes que seguían a Cristo al principio, al final se diluyeron cuando el comenzó a hablar lo que no les gusto. (Ver Juan 6). Por lo tanto, no es cuestión de cantidad, sino de calidad.
Una oveja cuidada y alimenta por la sana palabra de Dios, muestra los frutos por los cuales los ministros verdaderos han trabajado. El verdadero fruto se ve cuando una persona es expuesta por un fiel e integro pastor y/o maestro que explica todo lo el consejo de Dios, la verdad sin ambages, lo agradable y lo “desagradable”. Cuando la sana doctrina y la integridad moral están presentes no dejará de generar buenos frutos. O sea, buena calidad en cuanto a madurez espiritual.
Pero cuando el acento es en la prosperidad (ver Teología de la prosperidad; También los Frutos) el mal entendimiento de lo que es la fe (ver Palabra de fe), cuando al evangelio le es quitado su parte dura, cuando se utilizan y reclaman agrede y sin fundamento títulos y autoridades que no corresponden (ver apóstoles y profetas), cuando se es indiferente a los escándalos morales, y muchas otras herejías y acciones que se han diseminado por y a través del movimiento carismático, podemos concluir que los milagros de los cuales se jactan, no son necesariamente de Dios y tampoco comprueban su autenticidad. Y si alguno Él efectúa en su misericordia, no es gracias a, sino a pesar de. Y por que el es Soberano.